Momentum Efimerus

4/10/2008

Descubrimientos: ¿suerte o habilidad?


No comparto la idea de que los descubrimientos son accidentes. Sin embargo ocurren accidentes que si son observados cuidadosamente o estudiados con detalles pueden llevar a un descubrimiento: Encontré la página sin buscarla directamente. Un link, me llevó a otro.

Uno de los más célebres y que nos han salvado la vida es el descubrimiento de la Penicilina. El producto químico producido por el hongo microscópico Penicillium glaucum. La historia nos dice tradicionalmente que la acción antibacteriana de dicho hongo fue descubierta por Alexander Fleming (Fig. 1) en 1928.


Cultivaba bacterias (estafilococos) en cajas de Petri, (no se si entonces utilizaban el agár como ahora, que es una mezcla de azúcares y proteínas de algas que puede volverse un medio gelatinoso.)

Con frecuencia se contaminaban con esporas de hongos, y estos aprovechaban los nutrientes del gel para desarrollarse. Al crecer una bacteria dejaba opaco el medio en su superficie, además de observarse gotitas de colores, que son la acumulación de una gran cantidad de bacterias, suficientes para observarse a simple vista.

Sin embargo pudo notar que había zonas en la superficie de la gelatina que se mostraban transparentes, alrededor del crecimiento de un hongo. ¡No habían crecido las bacterias en esa zona!, pero también habían nutrientes ahí. Muchos otros lo habrían ignorado, pero él no. Decidió tomar una muestra de la zona "transparente" y hacerla crecer. Posteriormente identificarían al hongo como el productor de un compuesto químico con actividad antibacterial nombrado penicilina, la cuál fue purificada por Chain y Forey once años más tarde. Y a Alexander Fleming como el descubridor. Sin embargo, la parte desconocida de la historia, es que este descubrimiento había sido hecho previamente 50 años antes. “En 1896 el estudiante de medicina francés Ernest Augustin Clement Duchesne, de 21 años de edad, demostró nítidamente la acción antibacteriana del Penicillium. Los contemporáneos de Dúchense ignoraron su trabajo pionero, y su descubrimiento cayó en el olvido durante 50 años.”

“En un principio. Duchesne descubrió que la presencia de la bacteria en un medio en el que estaba creciendo el hongo conducía generalmente a la rápida destrucción de éste. A pesar de lo cuál caviló si, en la lucha por la existencia entre hongos y bacterias, no podrían darse ciertas condiciones en las que ganara la partida el hongo. En un experimento cultivó Penicillium en un pedazo de alimento húmedo y transfirió bacterias de la especie Escherichia coli (habitante del colon) al hongo. A las pocas horas examinó al hongo y descubrió que la bacteria había sido aniquilada. En una etapa siguiente inoculó cultivos virulentos de microorganismos patógenos como E. coli. Y bacterias tifoideas en cerdos de guinea. Inyectó luego a la mitad de los animales caldo nutritivo en el que había crecido Penicillium. Al día siguiente los animales a los que había puesto la inyección de caldo estaban vivos y sanos y muertos los no inyectados.”

“En 1945 Fleming, Chain y Forey compartieron el premio Nobel de fisiología y medicina por sus trabajos sobre la Penicilina. Y en septiembre del mismo año Fleming dictó una conferencia en la Academia de Lyon y mencionó el trabajo de Duchesne, a quien ya conocia por ese entonces. Dijo que mientras que él había descubierto los efectos antibacterianos del Penicillium por casualidad, Duchesne había llegado a ellos por una investigación metódica. Ello no restaba mérito a la crucial contribución de Fleming. Como señaló Francis Darwin, botánico e hijo de Charles Darwin. “en la ciencia, el mérito recae sobre el hombre que convence al mundo, no sobre el hombre al que se le ocurre la idea por primera vez.”

O como recuerdo haber escuchado en algún sitio, A. Fleming dijo. “La suerte favorece a las mentes preparadas…”


Bibliografía:

http://nobelprize.org/medicine/laureates/1945/fleming-bio.html

http://nobelprize.org/medicine/laureates/1945/fleming-lecture.pdf

Investigación y Ciencia. 1979. Número 28. Sección Ciencia y Sociedad. Pp 42.